No quiero tus falsos abrazos.
Ni cadenas en mi alma.
No quiero que cuando tenga frío,
me tapes con falsas esperanzas.
No me asusta la nada
disfrazada de vanos sueños,
ni el manto negro...
Que apaga la luz del Lucero.
No quiero bosques
que ocultan los caminos,
ni tampoco desiertos
que ponen trampa a los ríos.
No quiero rosas con espinas,
que provoquen más heridas.
Ni palabras vacías.
Ni manos, que no caminan unidas.
Quiero ser el Lucero
en una noche estrellada.
Y ser la luz...
Que brille en tu mirada.
Quiero ser el camino
donde tu pies descansan.
Y ser el desierto...
por donde fluye tu agua.
Quiero ser la rosa,
que cicatrice tu herida.
Y el latir de tu corazón...
Cuando se apague la llama.
Quiero que nuestras manos
caminen unidas.
Y ser la palabra...
Que viva en tu boca.
¡Quiero ser el Quijote
Que luche contra tu silencio...
Para dar vida a mi vida
como un molino de viento...!