viernes, 28 de diciembre de 2012

UN PEDACITO DE TARTA


Este relato es uno de los 69 relatos que forma parte del libro Relatos+ 2012. me uní a la aventura que empezaron los coordinadores de la comunidad de Relatos de G+. Yo nunca había participado en algo así, pero me atrajo la idea y decidí colaborar con un relato...no tenía nada que perder ¿por qué no...? -Me dije.
Sería estupendo ver publicado algo mio...y el sueño se hizo realidad...! y con la ilustración que hicieron mi hijo y su novia, ya fue lo máximo. Pero el libro tiene 68 relatos más y algunos con ilustraciones preciosas...algunas de los mismos escritores, 
¡ha sido un trabajo fantástico...! ninguno nos conocemos en persona y somos de diferentes nacionalidades de habla hispana, todo se ha hecho a través de la red. Todos lo hicimos por una misma causa...Destinar el dinero a una ONG...estamos orgullosos del trabajo hecho...los autores e ilustradores y sobretodo y muy especialmente, muchísimas gracias a todo el equipo de RELATOS DE G + por convertir este sueño en realidad. 
http://www.amazon.es/Relatos-2012-ebook/dp/B00CFPM8SU/
También se puede comprar en GooglePlay 
https://play.google.com/store/books/author?id=Varios

Ilustración de Dan y Pame.

Había llegado Navidad y como cada año, no podía faltar la merienda cena con los compañeros del trabajo. Esta vez estaba lloviendo pero, aun así, Marta no podía faltar a la cita, estarían dos semanas sin verse y echaría de menos las bromas y el cariño que le mostraban continuamente sus compañeros; estuvieron bebiendo y comiendo y contando anécdotas, siempre pasaba lo mismo, cada año y en esta época, todos se sinceraban y cada uno contaba su pequeña historia, o algún sentimiento guardado durante todo el año, alguna vivencia vivida que, permanecía encerrada durante varios meses y que ya fuese porque se acercaba la Navidad, o porque los sentimientos afloran más que en ninguna época del año, recibían el indulto y salían de su celda para recobrar así su libertad.
En uno de esos momentos, uno de los compañeros preguntó:
_ ¿Marta, cuál es tu propósito para el año que entra?
_ No sé. - respondió ella.
Claro que sabía cuál era su propósito, lo sabía muy bien, pero pensó, que no podía explicar cuál era su deseo y su meta a conseguir; sabía qué hacer pero, no como conseguir ella sola la estabilidad emocional que tanto anhelaba.
Marta tenía que marcharse, era el cumpleaños de su marido y era un día especial (cincuenta años no se cumplen cada día); se despidió de todos y se desearon felices fiestas, porque hasta después de Reyes no volverían al trabajo.

Hasta llegar al día de Navidad todo fue perfecto, celebraron la Nochebuena y la Navidad en familia, todos en la casa de los padres de Marta.
Y lo que tenía que ser un día perfecto por ser tan especial, se convirtió en un día triste al llegar a casa;
Marta y su marido discutieron y como otras veces había pasado, su marido dejaría de hablarle durante algunos días.
A ella, el enfado se le pasaba al momento, a pesar de que las palabras hieren, ella tampoco se callaba y quería evitar llegar a los extremos más dañinos, porque se daba cuenta de que la ira no conducía a nada, sino todo lo contrario, cuando había soltado toda la rabia que llevaba dentro, sentía que no sólo destrozaba la vida del ser más querido para ella, sino, que también sentía, como cada vez que sucedía...cada vez que discutían y la ira se adueñaba de ella, notaba un fuerte dolor en el pecho y cómo algo le aprisionaba los pulmones y no le dejaba respirar y como de pronto, todo parecía envuelto en una profunda oscuridad.

_ ¿Por qué?... ¿Por qué? Se preguntaba una y otra vez, ¿Por qué me pasa esto? ¿Por qué no podemos ser felices, si yo le quiero tanto?
Sabía que su marido era rencoroso y que era ese rencor el culpable de que él la ignorase, no acudiendo a casa a comer y salir y entrar en la casa como si en ella no hubiera nadie;
Marta, conocía perfectamente como era ese dolor que provoca la indiferencia, el desamor y la falta de comprensión, era un sentimiento profundo....demasiado profundo y demasiado doloroso.
Tan doloroso, que sentía como su corazón se desgarraba y que la vida se le escapaba lentamente.

Estaban otra vez como tantas otras, dolidos... y sin buscar una solución a la crisis de ese día, ya se estaba acostumbrando a su carácter, después de todo, él le había dado más cariño en aquellos pocos años que su primer marido;
Sin embargo, cuando pasaban las crisis y estaban bien, se sentía la mujer más afortunada de la tierra. ¡Le quería tanto! que no quería perderle y aun así, sabía que si él no ponía un poco de su parte lo iba a tener algo difícil, pero después de todo, sentía cada vez más, que todo era posible y siempre se repetía así misma:
_Menos la muerte, todo es posible.
Caía una y otra vez, pero siempre se levantaba y cuando más lo hacía, más fuerte se sentía.
Sabía que lo conseguiría, que no podía dejar de luchar, de buscar caminos que la llevaran hasta la cima y por fin encontrar y compartir esa estabilidad tan difícil de conseguir y que tanto anhelaba.

Estaba sola en casa y cogió una revista en la que se hablaba de psicología y que a ella le ayudaba en estos casos.
Leía un apartado en el que se hablaba de los propósitos del año venidero y en él, se comentaba que muchas personas hacen sus propósitos, pero que no llegan a cumplirlos.
(Por ejemplo: Cuando alguien dice que va a dejar de fumar a partir del uno de enero, deja de golpe el paquete de tabaco y tiene que hacer un gran esfuerzo para no fumar ni un sólo cigarro, cuando lleva unas semanas y ya no aguanta más, entonces vuelve a fumar, pero sin embargo, no se plantean el hacerlo poco a poco durante el resto del año y seguramente antes de acabar el año ya lo habrán dejado y habrán podido cumplir su propósito).
Marta, pensó que tenían razón, era otra forma de plantearse y conseguir que un propósito fuera un hecho.

Al día siguiente, Marta, se levantó de la cama después de irse su marido sin decirle ni un simple adiós y a pesar de que no compartía esa forma de ser, la respetaba, aunque para ella, el hecho de no dirigir ni una sola palabra y por muy enfadado que se esté, es una falta de respeto y una humillación, pero era su carácter y pensaba que cada persona tiene una forma distinta de reflexionar.
Después de desayunar, empezó con la limpieza de la casa, se fue al comedor y vio como detrás de la puerta estaban los dos billetes de cincuenta euros que ella había dejado en un cajón, un sudor frío le recorrió el cuerpo... ¡estaban partidos por la mitad!; ella se los había devuelto a su marido enfadada por la discusión, después de que él le diera cien euros para que se comprara ropa, ( él siempre hacía lo mismo, era su forma de pedir perdón) pero, a ella no le gustaba que lo hiciera, quería hablar, quería sentir como su marido le pedía perdón....quería oír esas palabras de arrepentimiento.
El dinero estuvo encima de la mesa del comedor dos días, hasta que Marta los metió en el cajón.
_No tenía derecho (pensó)
Si no los quería no hacía falta que los rompiera, a ella le costaba ganarlos y cien euros para ella era mucho dinero.
Se sentó a la mesa de la cocina y los unió con un poco de celofán, quería ir al banco para ver si se los cambiaban... ¿y si no lo hacían? Habría perdido cien euros y en estas fechas los necesitaba y
pensó en dejarle una nota en la que pusiera:
– ¡Ya te puedes sentir orgulloso, no me los han cambiado en el banco!
Se quedó pensando en lo que podía hacer, estaba llena de rabia y sintió de nuevo esa ira dentro de ella.
Pidió ayuda como siempre lo hacía, quería encontrar la solución para acabar con tanto malestar y de pronto, sucedió... empezó a tranquilizarse y pensar en lo que había estado leyendo sobre los propósitos, no se podía conseguir de golpe, sino poco a poco... pedazo a pedazo.
Y encontró la solución... encontró como hacerlo, sabía muy bien que el odio genera odio y que la ira conlleva más ira, pero también sabía muy bien, que el amor... genera más amor y que todo es posible.
Y entonces, se imaginó una tarta y que cada vez que consiguiera calmar a su marido, o hacerle comprender las cosas de forma distinta...cada vez que consiguiera que con los enfados él le siguiera hablando y hablasen en lugar de discutir... ella, cogería un pedacito de tarta.







jueves, 27 de diciembre de 2012

MIENTRAS EL TIEMPO EXISTA

Podrá llorar el rocío con lágrimas del alba.

Podrá gritar el cielo con voces asustadas,
y desvanecerse el mar
con el sol de la mañana.

Podrás ahogar tus recuerdos
 en la soledad del alma.

Podrás, bien sabes tú,
aplacar las voces 
que quiebran las palabras.

Podrás extender las alas,
y buscar allá...en el horizonte,
la ternura apagada.

Podrás lamentarte mientras el tiempo exista,
y esperar... hasta que un día
decida silenciar para siempre en esta vida...
 tú palabra y la mía.

Podrá extinguirse el mundo,
pero bien sabes tú...
que jamás lograrás apagar esa llama viva.    



Poesía escrita el 18 de enero de 1999
 foto: Amanecer en l'Escala  

viernes, 21 de diciembre de 2012

TU SONRISA







EL roce de tus versos
sobre mi desnuda inocencia.

En mis dormidos párpados
cubriendo mis sentidos.
El alma errante, vacía...sin vida.

Me ofreces el mejor regalo
Tu sonrisa.








Poesía escrita el 9 de noviembre de 2001
Foto de una de mis orquídeas.

HOY QUISE SOÑAR

Hoy, no sé porqué quise soñar.
Cerré los ojos y me dejé llevar.

Quise ser gaviota y posarme sobre la mar.
Quise ser brisa, para poderte acariciar.
Luego, ser recuerdo y entrar en tu soledad.

Pero fui lágrima.
Y tú, quisiste llorar.












Poesía escrita el 6 de marzo de 1999

sábado, 8 de diciembre de 2012

LA SOLEDAD Y EL ALMA


La soledad embriaga
y enmudece el alma,
si las olas susurran
palabras calladas.

Y cuando al atardecer
la luz ya descansa.

Frente a sus azuladas aguas,
mi corazón habla
con la soledad y el alma.





Poesía escrita el 22 de octubre de 2000.
Estaba sentada frente al mar y empecé a escribir,
 las palabras surgieron sin más y decidí no cambiar nada.

lunes, 3 de diciembre de 2012

PALABRAS EN SILENCIO





                                  Ahí permanecen las palabras.

Ahí, en silencio,
en un rincón del alma.

Ahí permanecen,
igual que las estrellas en el cielo,
dónde nadie puede tocarlas.

Ahí están, acurrucadas,
entre ellas abrazadas.

Esperando pasear un día,
bajo la luna plateada.




Poesía escrita el 8 de enero de 1999.