No quiero despertar.
No quiero que el gélido enero
cubra mi mirar.
Ni que al amanecer
el sol enmudezca mi palabra.
Ni que mi pensamiento
se torne llanto.
No quiero que mi sombra
camine errante
por un sendero de espinas,
con los pies desnudos
y el alma con jirones vestida.
Poesía escrita el 24 de enero de 2001